Todo se convierte en pasado, incluso estas palabras. Siempre lo he dicho: 'Nos dedicamos a mirar al pasado y mirar al futuro, en vez de vivir el presente'...
Vivimos mirando los errores de los demás, buscando el amor o deprimiéndonos por nuestra vida, e incluso -voy a traicionarme a mi mismo- vivimos para ser felices; no nos dedicamos a disfrutar de la vida o simplemente vivirla, hasta que pasa algo que nos hace recapacitar, curiosamente ese algo, siempre es malo.
Queramos o no, necesitamos que la vida nos de hostias, necesitamos caernos, para poder levantarnos, si no ¿qué sentido tiene vivir?
Todo va bien hasta que la hostia llega, porque llega, siempre llega; cuando mejor estas, peor es la caída.
La vida es efímera y frágil. Hoy estoy aquí, escribiendo estas palabras y ¿mañana? mañana puedo estar en una silla de ruedas, en una cama, o peor aún, en otro mundo. Hay que valorar lo que tenemos, hay que vivir el presente sin avergonzarnos de nada de lo que hicimos en el pasado, ni de los errores, ni de las personas,...de nada.
Tengamos el valor de ser nosotros mismos, sin escondernos.
Ayer paso algo que me ha llevado a escribir esta entrada. La escribo como un pequeño recordatorio por la persona que se fue ayer y como una manera de recapacitar.
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