jueves, 25 de abril de 2013

Hay que vivir, pero también hay que apreciar la vida.

A menudo estamos mal, sin ganas de nada, tristes, sin fuerzas para seguir. A menudo, nos creemos que somos los más desgraciados de todo el mundo, que solo nosotros estamos mal, que los demás no tienen problemas.
Es triste saber que nos quejamos porque nuestros problemas sean no corresponder a la persona que te gusta, suspender un examen, rompernos una pierna o discutir con una persona a la que queremos.
Sin embargo, hay gente peor que nosotros, que sus problemas son mucho más grandes que el simple echo de no corresponder a una persona que te gusta o suspender un examen; gente que pierde a un ser querido, gente que se queda sin piernas, brazo,... por la culpa de un conductor que va borracho, o peor aún se queda tetrapléjico, gente que tiene que luchar contra un cáncer o contra un trasplante, que le suponga la vida o tal vez, la muerte, gente que se muere de hambre, gente que no puede pagar la hipoteca o que están en la cárcel por un error de la justicia. En definitiva, gente que lucha por vivir o por seguir viviendo como si nada hubiera pasado, gente que te da lecciones de como luchar y ser fuerte. Esa gente que no se amilana ante un problema de tal magnitud y que sigue al pie del cañón, esa gente es un ejemplo, para mi, para todos. Se merecen que la gente conozca su historia y como hicieron frente a ella, como salieron adelante y como viven, se merecen que nos levantemos y les aplaudamos. Se lo merecen.
No digo que el no corresponder a una persona que te gusta, suspender un examen, o rompernos una pierna, no suponga estar triste, pero si que deberíamos  pensar que cada vez que nos pase algo parecido, pensemos en que hay alguien en cualquier parte del mundo que tiene un problema mayor que el nuestro.

La vida está hecha para los fuertes, para los que luchan por vivir día a día, los que no se rinden ante las adversidades, los que siguen al pie del cañón a pesar de los problemas, los que si se caen, se levantan las veces que hagan falta, porque hay que vivir, pero también hay que apreciar la vida.

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