jueves, 24 de abril de 2014

'No quiero estar mal contigo, pero no quiero verte'.

Ya está, ya me he arrastrado, he ido, he pedido perdón y podríamos decir que el epitafio es: ‘No quiero estar mal contigo, pero no quiero verte’.
Yo he hecho todo lo posible porque esta situación se recompusiese. No ha podido ser. Yo no quería que todo fuese como antes, porque simplemente no podía ser y es algo que había que aceptar. Me parece demasiada penitencia la que me ha impuesto y la que me he impuesto yo mismo.
No sé si seré tonto, pero no guardo rencor, no tengo odio, ni nada parecido. Cuando me necesites estaré ahí. Siempre. Da igual que pase un día, dos semanas, un mes o cuatro. Siempre estaré ahí. Porque la amistad muere cuando las dos partes están dispuestas a perderla. Y yo no estoy dispuesto. Hay que dejar pasar el tiempo y que se calme la tormenta.
Si de algo me siento orgulloso es de haber hecho lo que he querido y he sentido en todo momento. Lo que mi corazón me ha dicho y no lo que mi mente o mis amigos me aconsejaban. Y si algo he aprendido es que es el momento de pensar en mí mismo por encima de todo y todos. Al final cada uno mira su culo y el de los demás les da igual.
Es el punto y final a esta historia. Es hora de pasar página e intentar ser feliz. De olvidar y disfrutar. En definitiva, de vivir.
Cada año aprendo algo y curiosamente, este año ha llegado demasiado temprano la moraleja. Es momento de centrarse y de conseguir los objetivos que me marqué a principio de año, con esfuerzo, tesón e ilusión.


MORIR EN PIE. 

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