Tumbarse en la cama y ver imágenes que te gustarían que pasaran, es desear o imaginar. Tumbarse en la cama, dormirse y vivir una historia como si fuera real hasta que te despiertas, es soñar.
La gente lo llama ser soñador yo prefiero llamarlo, a la vez, ingenuo, realista y nostálgico. Ingenuo, porque crees que pasará eso que deseas, pero realista porque sabes que nunca se hará realidad. Nostálgico, porque al final deseas vivir cosas parecidas que ya has vivido, o revivir esas cosas. En definitiva, ser soñador es soñar cada noche, levantarte cada mañana y sonreír.
Siempre que sueño, y hablo de mí, porque no se si sentiréis vosotros lo mismo, se que no se va a cumplir. Hay sueños y sueños, pero siendo realistas casi ninguno se cumple, por no decir que ninguno se ha cumplido, por lo menos a mi. Por eso, no creo en lo típico que decimos siempre de "los sueños se cumplen".
Esto no significa que vaya a dejar de tumbarme cada día en la cama, escuchar música e imaginarme lo que quiero que pase en un futuro, no. Una cosa es ser ingenuo, realista y nostálgico y otra cosa es renunciar a poder ser un poco más feliz e imaginarme mi mundo a mi manera.
Siempre seré ingenuo, realista y nostálgico, nunca renunciaré a ese placer, porque se mata el sueño, pero nunca al soñador.
Hace muchos años, Pedro Calderón de la Barca escribió "La vida es sueño" y al final de un acto escribió:
"¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño,
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son"
Cada uno interpretadlo como queráis, pero que nunca os quiten las ganas de soñar.
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